Después de un año con una apretada agenda sobrecargada de actividades y obligaciones llega el tiempo del descanso esperado, las vacaciones.
Sin embargo a diferencia de lo que vivimos hasta este momento donde cada integrante de la familia ocupaba su tiempo de diferente forma, ahora tendremos que estar todos juntos ,enfrentando las diferencias que quedaron escondidas detrás de tantas horas laborales y escolares.
Este es un tiempo de encuentro y de desencuentros, de 24 horas compartidas ,donde aprender a disfrutarlas depende de nosotros.
Esta claro que las vacaciones familiares son una elección y como cualquier elección cuesta trabajo. La pareja se encuentra en todo momento cara a cara, los hijos se convierten en un gran desafío ya que cada uno con su edad y sus gustos pueden convertir este tiempo de descanso en un nuevo circuito de obligaciones que nos alejan del tan ansiado relax.
Por lo tanto es necesario que aprendamos a negociar, teniendo en cuenta en que se puede ceder y en que no. Donde están los límites de cada uno de los integrantes de la familia y como podemos respetarlos para poder vivir en armonía. Esto no siempre resulta tan sencillo, pero si hacemos el intento de ampliar nuestra mirada y trascender nuestros esquemas mentales evitando aferrarnos a aquello que creemos que es así y no de otra manera, nos daremos cuenta que la convivencia empieza a ser posible.
También tendremos la posibilidad de ver aquello que durante el año quedó debajo de tantos papeles, libros y resaltadores como por ejemplo que nuestros hijos han crecido y que expresan sus ideas y sentimientos de otra manera, que nuestra pareja muestra cambios que no habíamos notado y que nosotros tampoco somos los mismos que hace un año atrás.
El tiempo transcurrido pone en evidencia el cambio inevitable, brindándonos la posibilidad del encuentro desde lo que somos aquí y ahora, no desde lo que fuimos. Revalorizando nuestros vínculos, no solo con los que nos rodean sino también y fundamentalmente con nosotros mismos.
Brindandonos la posibilidad de decidir con que seguir y que dejar. Que es lo que tiene que perdurar y que modificar, negociando no solo hacia fuera sino también hacia dentro, para lograr una armonía que inevitablemente se trasladará a nuestras relaciones.
Si esto sucede y apostamos al dialogo para dejar nuestras diferencias atrás, haciendo foco en lo que nos une y no en lo que nos separa ,convertiremos nuestras vacaciones en un verdadero disfrute, que nos dará la energía suficiente para encarar el próximo año. Por otro lado habremos empezado un camino que nos llevara a profundizar nuestras relaciones familiares con flexibilidad,amor, aceptación y respeto.