Es importante darse cuenta que la familia, como todo organismo vivo, es un sistema.
Pero ¿qué es un sistema? Von Bertanlanffy lo define como «un conjunto de elementos que interactúan entre sí», observamos entonces que un sistema, en nuestro caso el «sistema familia» no es solo la suma de sus partes (madre +padre +hijos +…) Sino la interrelación que se pueda generar entre ellos.
Esta visión más amplia, que nos aporta la Teoría General de los Sistemas, nos permite tomar conciencia que cada integrante de la familia, influye sobre los demás a través de sus diferentes conductas.
Ahora bien, tratemos de aplicar esto a nuestra vida cotidiana y pensemos: cuantas veces decimos frases de este tipo: «Es imposible entenderme con mi hermano», «Mi hija adolescente me está volviendo loca», «Mi marido me tiene harta», «Agarraría una valija y me iría lejos para no verlos» y así seguimos y seguimos, todo esto nos coloca en una situación que nos inmoviliza y poco a poco las relaciones dentro de la familia empiezan a funcionar mal, produciéndose una desarmonía que termina en deterioro.
No es cuestión de «agarrar una valija e irse lejos» sino de involucrarnos y darnos cuenta que, al ser parte del sistema, podemos tomar una posición activa frente a cualquier conflicto que se nos presente dentro de nuestro núcleo familiar y tratar de modificar nuestra manera de verlo para así poder cambiar nuestra conducta y que esta sirva como un estímulo para la de los demás.
Seamos nosotros la palanca que facilite el cambio, abandonemos la queja y creemos un espacio de respeto a las diferencias que permita relacionarnos en forma más armoniosa con nuestro sistema familiar.
