A medida que pasan los años la medicina se va perfeccionando cada vez más, las continuas investigaciones y el desarrollo de los medicamentos nos permiten prolongar nuestra vida en tiempo y calidad.
A su vez, la continua información que nos llega nos pone al tanto de como cuidarnos en las comidas, con que frecuencia hacer ejercicios, y cual es lo último en estética para vernos cada vez mejor.
Sin embargo muchas veces tenemos manifestaciones físicas que no entendemos de donde aparecen y nos preguntamos que nos pasa sin acertar a la respuesta.
Hay que comenzar a darse cuenta que silenciar las emociones es otra forma de enfermar y que expresarlas es otra forma de cuidar el cuerpo. Cuando no decimos lo que nos pasa, el cuerpo habla por nosotros a través de diferentes síntomas, dolores de cabeza, de estomago, ahogos, por enumerar algunas señales de alerta leves que nos aparecen en forma somática que si las desoímos suelen empeorar. La mayor parte de las veces estas señales no son detectadas por nosotros, que seguimos exigiendo a nuestro cuerpo como si nada pasara, sino por quienes nos rodean que nos advierten que así no podemos seguir.
Nuestro primer paso sería entonces detenernos para comenzar a escuchar lo que nuestro cuerpo nos quiere decir poniendo nuestra atención en intentar discriminar cual fue la situación que provocó ese dolor. Reflexionar en donde estábamos y con quien, de que estábamos hablando, que pensamiento o sentimiento preferimos callar en vez de expresar, cual fue la emoción que retuvimos, miedo, tristeza, culpa, vergüenza.
Muchas veces se trata de emociones muy complejas que son difíciles de identificar y mucho menos expresar en palabras. Pero a medida que avancemos en el camino del conocimiento de nosotros mismos y estemos atentos a las señales que nos da nuestro cuerpo aprenderemos a darnos cuenta más claramente que nos pasa y cual es la mejor manera de expresarlo para no enfermar.