Durante mucho tiempo solo se admitía el CI como medida aceptable de las capacidades cognitivas. Hace algunos años ha cambiado la manera de ver la inteligencia, considerando que para tener éxito en la vida, no solo es importante el intelecto sino la forma en que se desarrolla la autorregulación emocional.
Fue Daniel Goleman ( 1995 ), psicólogo estadounidense , doctorado en la Universidad de Harvard, quien primero definió la “inteligencia emocional “ como un conjunto de habilidades entre las que se destacan el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. E insiste en recordarnos que si bien parte de estas habilidades son genéticas muchas de ellas son adquiridas, o sea pueden aprenderse a lo largo de la vida.
Es decir que, la habilidad emocional se educa. Si somos conscientes de esto y le dedicamos tiempo y energía podemos incrementar nuestras habilidades emocionales poniendo el acento en autorregular nuestras emociones como primer paso para desarrollar la IE.
La emoción, según el diccionario de la Real Academia española, es una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. Las emociones básicas son : la alegría, la tristeza, el asco, la ira y el miedo.
Las mismas necesitan expresarse, si aprendemos hacerlo de una manera adecuada sin caer en los extremos de silenciarlas o permitiendo que nos desborden evitaremos que se conviertan en síntomas , impactando así, sobre nuestro cuerpo, nuestra manera de pensar ,nuestros comportamientos y sobre nuestros vínculos, alterando más de una vez nuestra vida cotidiana.
Reflexionar sobre el estímulo que las provoca, realizar ejercicios de relajación, de visualización, de respiración y meditación son algunas de las técnicas que podemos utilizar para este propósito.
Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, en una reciente charla interactiva sobre inteligencia emocional realizada en Uruguay (2016) explicó que todos podemos seguir mejorando, aprendiendo, cambiando y para ello tenemos que enfocarnos en tres pasos: 1- Creer ( que se puede), 2 – Querer (hacerlo ) y 3- Practicar (practicar, practicar y practicar).
Por lo tanto, creer que podemos reconocer nuestras emociones, identificarlas, discriminarlas , querer cambiarlas y perseverar en nuestro objetivo, se convertirá en una buena manera de ampliar nuestra inteligencia global desarrollando y perfeccionando nuestra inteligencia emocional y, a partir de ahí, el vínculo que establecemos con nosotros mismos y con nuestro entorno.