Empatía y aceptación

La vida no es un asunto individual, dice Dan Millman en su libro El Guerrero Pacífico, de esto nos empezamos a dar cuenta cuando tomamos conciencia del sufrimiento que nos acarrea los conflictos derivados de las relaciones interpersonales. Me refiero a los continuos problemas que nos enfrentamos día a día con las personas que nos rodean : pareja, padres, hermanos, amigos, compañeros de estudio o de trabajo. Paradójicamente, estas son las personas con las cuales transcurrimos la mayor parte del tiempo y no pocas veces son las que más queremos.

Ante la necesidad de disminuir el dolor que nos genera no poder relacionarnos con ellos en una forma más armónica nos surge la pregunta :¿Cómo podemos mejorar nuestros vínculos? Una palabra clave que nos puede ayudar es «Empatía». El ser empático es la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir. Es decir poder ponerse en el lugar del otro, teniendo en cuenta sus sentimientos y sus emociones. De esta manera al poder interpretar mejor sus necesidades mejorará nuestra comprensión de su forma de ver la vida, nuestra comunicación y por ende nuestra relación.

Ahora bien, para poder utilizar esta capacidad con los demás tendremos que tomar conciencia que la única opción es comenzar por entendernos a nosotros mismos. Empezando a comprender, por ejemplo ,porque a veces reaccionamos como lo hacemos no pudiendo manejar nuestros impulsos o porque nuestros estados de ánimo varían de un momento a otro desorientando a quienes nos rodean. En definitiva, reconocer cuales son nuestros sentimientos y nuestras emociones ante las diferentes situaciones que nos impone la vida, teniendo en cuenta que nuestra forma de ser no solo tiene efecto sobre nuestra vida sino sobre nuestro entorno.

Si bien la tarea de conocerse a sí mismo no es fácil nuestro primer paso es aceptar quienes somos hoy, reconociendo y admitiendo nuestras dificultades, sin críticas y exigencias porque estas inevitablemente se trasladarán a los demás, dado que pretendemos de los otros ni más ni menos que lo pretendemos de nosotros mismos, siendo esto una fuente de conflicto que se nos presenta en forma cotidiana.

Queda claro, entonces, que estamos interrelacionados y que aprender a relacionarnos es un proceso no es un acto, proceso que comienza con el conocimiento de uno mismo y se extiende al ambiente que nos rodea. Intentar convivir armónicamente con nosotros mismos y con los otros, es un camino, que aunque largo, vale la pena recorrer. Transitarlo con flexibilidad, comprensión y humor, hará más liviano el viaje .

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