La pareja

Hablar de la elección de una pareja, es entrar en un mundo por demás complejo. Que dos personas estén juntas no basta para presuponer que son una pareja, y mucho menos que reunirán las características necesarias para poner en marcha una vida familiar.

Al tomar la decisión de unirnos a otra persona, estamos frente a un importante desafío, ya que desde el primer momento, estaremos resignando algo de nuestra identidad individual para comenzar a conformar un “nosotros”. Es decir, la pareja constituye una de las principales relaciones en nuestra vida, que se irá modificando  con sus permanentemente interacciones, hasta encontrar la identidad propia que la conforme.

Cada uno de los integrantes, traerá consigo una historia familiar, que sin duda se pondrá en juego al interactuar y al querer compartir expectativas con respecto al futuro. Por lo tanto, un primer paso será establecer pactos y acuerdos que permitan dar marco a un vínculo que se pretende evolucione a lo largo del tiempo.

Esto, por supuesto, no es una tarea sencilla, todo lo contrario, denota una gran complejidad, ya que cada uno de los integrantes de la pareja aportará sus diferencias, en cuanto a su manera de pensar y de accionar, considerando, además, que como seres adultos tenemos una historia que nos atraviesa y que influye en nuestro presente.

Por lo tanto, reflexionar sobre estas diferencias para poder llegar a un punto en común   o poder entender y aceptar las diferentes miradas que circulan sobre las múltiples situaciones que se tendrán que atravesar, será el primer paso para constituir una base que nos suministre bienestar.

La elección de nuestra pareja, entonces, más la flexibilidad que tengamos para adaptarnos el uno al otro, nos dará la posibilidad de resolver los conflictos y dificultades que emerjan, de una manera que nuestra vida en común resulte más armónica. Es verdad que esto no es siempre posible, por lo tanto, de no poder lograrlo y si evaluáramos la posibilidad de separarnos, se tendría que reflexionar, como generarnos y generar, en el proceso, el mínimo sufrimiento posible. Pensando que lo que suceda dentro de la pareja, se hará extensivo de una u otra manera al entorno.  Un entorno que la influye, y a su vez, es influido por ella.

Recapacitar, entonces, con quien, y como queremos constituir nuestra pareja nos permitirá realizar una elección acorde con lo que deseamos, sabiendo de antemano, que el camino no es sencillo, pero que, si aceptamos el desafío de encararlo, tendremos que asumir, que además del afecto que nos une, necesitaremos mantener en todo momento, una actitud abierta y receptiva, que nos brinde la posibilidad de comprender las múltiples experiencias, que inevitablemente aparecerán, cuando decidimos vivir  en relación.

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